lunes, 11 de abril de 2022

Enfermedades de las cadenas pesadas

Autora : Andrea Azaña-Sanz López

4º Curso de Medicina grupo B (curso 2021-2022)

Código de trabajo : 2113-AAL


INMUNOGLOBULINAS

Las inmunoglobulinas (anticuerpos) son proteínas de importancia vital que circulan en el torrente sanguíneo y realizan una amplia variedad de funciones. Influyen notablemente sobre el equilibrio de nuestro sistema inmunitario. 



Imagen 1. Estructura de una molécula de inmunoglobulina.


Una inmunoglobulina típica consta de una estructura cuaternaria formada por cuatro cadenas polipeptídicas: dos cadenas largas idénticas llamadas pesadas (de unos 55 o 70 kDa cada una) y dos cortas llamadas ligeras (24 kDa). Ambos tipos de cadenas contienen una serie de unidades homólogas repetidas, plegadas independientemente para formar un motivo globular común conocido como dominio de las inmunoglobulinas (dominio Ig) (1).

La cadena pesada posee unos 440 aminoácidos (menos dos tipos, que poseen unos 550). Cada cadena pesada posee una región amino-terminal de 100 a 110 aminoácidos, cuya composición es variable (VH). El resto de la cadena H muestra en humanos cinco patrones básicos de secuencia, distinguibles entre sí, que configuran cinco tipos de cadenas pesadas según la porción constante (CH). La longitud de esta porción constante suele ser de 330 aminoácidos, salvo en dos tipos, que poseen 440 aminoácidos. 

Cada uno de los tipos de cadena pesada recibe una denominación a base de una letra griega, y determinan lo que se denomina clases o isotipos de inmunoglobulinas:

Cadena H según la porción C

Longitud en AA de la porción C

Isotipo de Ig

Peso molecular (Da l t ο n s) 

γ 

330

IgG

50.000

μ 

440

IgM

70.000

α 

330

IgA

55.000

δ 

330

IgD

52.000

ε 

440

IgE

70.000



En el caso de las IgG e IgA, se pueden distinguir, además, pequeñas diferencias de secuencias dentro de cada clase, que dan origen a subclases, que en humanos son : 
  • IgG1, IgG2, IgG3, IgG4 
  • IgA, IgA2 

Cada tipo (o en su caso, cada subclase) de cadena pesada H puede combinarse por separado con cada una de las dos versiones (κ o λ) de cadenas L (2).


INTRODUCCIÓN 

La enfermedad de las cadenas pesadas (HCD) es un trastorno proliferativo neoplásico de las células linfoplasmocíticas de carácter monoclonal caracterizado por la síntesis de cadenas pesadas incompletas sin cadenas ligeras asociadas. Este trastorno se engloba dentro de las llamadas gammapatías monoclonales o paraproteinemias. 

Su prevalencia es desconocida. Se han descrito menos de un millar de casos en el mundo, pero se cree que esta enfermedad puede estar infradiagnosticada porque la proteína anómala no se detecta la mayoría de las veces mediante la electroforesis. 

Existen cuatro tipos de HCD según la clase de cadena pesada secretada por la célula maligna: α,  γ, μ y δ (3). 


HCD α O ENFERMEDAD DE SELIGMANN

También conocida como enfermedad de Seligmann, la HCD α es la HCD más común, con más de 400 casos descritos desde el primero en 1968. 

Maxime Seligmann (1927-2010) fue un destacado médico-científico francés que influyó en el desarrollo de la inmunología moderna durante las últimas décadas de los 90, y fue presidente de la Sociedad Francesa de Inmunología de 1984 a 1988.


Imagen 2. Dr. Emeritus Maxime Seligmann


Su trabajo abordó gran cantidad de temas inmunohematológicos, con numerosas contribuciones a los campos de las inmunoglobulinas monoclonales y las enfermedades linfoproliferativas. 

Entre otros, centró su trabajo en la naturaleza idiotípica y la actividad de los anticuerpos de las inmunoglobulinas monoclonales, la susceptibilidad genética a la macroglobulinemia de Waldenström, las neoplasias malignas linfoides, los mielomas no secretores y de cadena ligera y la primera descripción de las neoplasias malignas de células T. El descubrimiento de la enfermedad de la cadena pesada α (4) fue un foco central en el trabajo de Seligmann. Más allá de la descripción de las características clínicas, celulares y moleculares de la enfermedad, enfatizó sus características epidemiológicas únicas, señalando el potencial papel desencadenante de los microorganismos intestinales (5). 

Esta enfermedad forma parte del síndrome conocido como enfermedad inmunoproliferativa del intestino delgado (EIPID), llamado anteriormente linfoma del Mediterráneo, con un patrón clínico común y una epidemiología peculiar; pacientes jóvenes, distribución geográfica particular con predominancia en países en desarrollo (norte de África y Oriente Medio) o poblaciones con bajo estatus socioeconómico. A diferencia de las otras HCD, esta enfermedad es más frecuente en adultos jóvenes (20- 30 años). 

Parece que la proliferación clonal en esta enfermedad estaría asociada con frecuentes alteraciones en el cromosoma 14 banda q 32 como resultado de traslocaciones. 

La mayoría de las proteínas anómalas consisten en múltiples polímeros de diversos tamaños. El peso molecular de un monómero oscila entre 29.000 y 34.000 (6). 


CLÍNICA

La forma más común de presentación es la forma digestiva. Constituye una forma de linfoma MALT (Mucosa Associated Lymphoid Tissue) y cursa con dolor abdominal, malabsorción severa, diarrea crónica, esteatorrea, pérdida de peso, retraso en el crecimiento y linfadenopatía mesentérica. En la exploración física destacan los signos de malnutrición y los dedos en palillo de tambor.

Con respecto a los hallazgos analíticos, con frecuencia encontramos anemia, y déficit de vitamina B12 en 2/3 de los pacientes. La hiponatremia, hipocalcemia e hipomagnesemia son comunes. La hipoalbuminemia casi siempre está presente. 

También es frecuente el aumento en la fosfatasa alcalina.

HISTOLOGÍA

A diferencia de otros linfomas en los que la afectación intestinal es focal e involucra segmentos específicos del intestino, en el linfoma Mediterráneo la afección es difusa y continua. 

En el examen anatomopatológico se aprecia una atrofia de las vellosidades intestinales y una infiltración masiva de la lámina propia del intestino con linfocitos, células plasmáticas o inmunoblastos. 


Imagen 3. Infiltración masiva de la mucosa intestinal por células linfoplasmocitarias 
en una mujer joven con diarrea crónica y anemia por deficiencia de hierro. 
La inmunohistoquímica evidenció la presencia de cadenas pesadas (7).


DIAGNÓSTICO

Ya que en su forma intestinal la α-HCD casi siempre afecta al duodeno y al yeyuno, se ha recomendado la endoscopia como el primer procedimiento diagnóstico en la investigación de pacientes con sospecha clínica de α-HCD. 

El aspecto macroscópico es inespecífico y el diagnóstico final se establece mediante análisis microscópico de las biopsias del tejido afectado que muestran la infiltración masiva linfoplasmocitaria. En la mayoría de los pacientes afecta el duodeno y yeyuno proximal de manera inicial pero conforme progresa la enfermedad se pueden afectar ganglios linfáticos regionales, así como otras zonas del tracto gastrointestinal, y raramente infiltración medular (7).

Las cadenas de inmunoglobulinas anómalas no son detectables mediante electroforesis sérica hasta en el 50% de los casos de α-HCD. En la mitad restante, no siempre se manifiesta como una banda estrecha, sino que lo hace como una banda ancha que se puede ver desde la región α2 a la región ß. La concentración de esta proteína en suero suele ser baja, así como también lo es en orina.



Imagen 4. Ejemplo de curva correspondiente a paciente con HCD α 
realizada por electroforesis capilar. Obsérvese la curva en la zona β1.


Parece ser que la cantidad de cadenas α anormales en suero está relacionada con el tipo de células presentes en mucosa intestinal o ganglios linfáticos mesentéricos. La sustitución de células plasmáticas maduras por inmunoblastos inmaduros durante la progresión de la enfermedad, va acompañada de una disminución progresiva en la concentración sérica de la proteína α anómala (6).

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL 

El diagnóstico diferencial es amplio e incluye infecciones bacterianas o parasitarias, así como otros tipos de linfoma, y deben considerarse igualmente otras causas de malabsorción en el intestino delgado, en particular la enfermedad celiaca (7).

TRATAMIENTO 

El tratamiento inicial consiste en erradicar cualquier infección concurrente (parásitos, virus, Helicobacter pylori, Campylobacter jejuni) con los antibióticos (tetraciclinas, metronidazol, ampicilina) y antiparasitarios apropiados, y deben mantenerse un mínimo de 6 meses para obtener respuesta. Para los pacientes que presentan la enfermedad sintomática y que no responden bien a los antibióticos, se recomienda una quimioterapia similar a la utilizada para el LNH (CHOP- Rituximab). En ocasiones es necesaria una resección quirúrgica si existen masas voluminosas. 

Sin antibióticos y quimioterapia, la enfermedad progresa rápidamente y el pronóstico es desfavorable. Dado que la mayoría de los pacientes son jóvenes, aquellos en estadios avanzados que muestren una buena respuesta a la quimioterapia pueden ser candidatos a trasplante autólogo de médula ósea (6). 



HCD γ O ENFERMEDAD DE FRANKLIN

Desde su descripción original por Franklin y sus colaboradores en 1964 se han propuesto alrededor de 130 casos en la literatura. 

Su descubrimiento comenzó con la observación de un patrón electroforético muy anormal del suero de un paciente, el Sr. Cra, un empleado de Bellevue, había sido seguido durante algunos meses debido a fiebre y linfadenopatía inexplicables. En comparación con una muestra anterior de su suero, la reciente muestra mostró una virtual desaparición de la fracción de globulina normal. Fue reemplazado por un nuevo pico prominente de movilidad intermedia que también se observó en la orina (8).

Pese a que inicialmente se consideró de igual prevalencia en hombres y en mujeres, los últimos estudios sugieren predominancia en hombres y con una media de edad de 60 a 70 años, aunque se ha descrito algún caso en adultos y niños.


Imagen 5. Dr. Edward C. Franklin.


La mayoría de las proteínas anómalas en la γ-HCD son dímeros de cadenas pesadas sin cadenas ligeras asociadas y que consisten principalmente en fragmentos de la región Fc. El peso molecular de los monómeros oscila entre 27.000 y 49.000 y su contenido en carbohidratos es elevado. 

CLÍNICA 

Los pacientes con HCD gamma suelen mostrar síntomas sistémicos (fiebre, debilidad y fatiga), linfadenopatías, esplenomegalia, hepatomegalia, anemia y en ocasiones edema palatino y de la úvula debido a infiltración del anillo de Waldeyer. En el 75% de los casos están asociados a un LNH. 

Las afectaciones no hematológicas más frecuentes son las lesiones de la piel. Es habitual la aparición de enfermedades autoinmunes (artritis reumatoide, síndrome de Sjögren, lupus eritematoso sistémico, tuberculosis, miastenia grave, síndrome hipereosinofílico, anemia hemolítica autoinmunitaria y tiroiditis). 


HALLAZGOS EN MÉDULA ÓSEA

En una serie de 13 casos de HCD γ se realizaron biopsias de médula ósea y se observó que las células plasmáticas oscilaban entre <1% y 13% de la celularidad total. 3 casos mostraron mayor aumento de células plasmáticas (5 % a 13 %) que parecían expresar la cadena pesada de IgG sin cadenas ligeras por inmunohistoquímica y/o hibridación in situ, mientras que un cuarto caso mostró múltiples agregados linfoides que contenían células B y T mezcladas, y aumento de las células plasmáticas positivas para IgG sin cadenas ligeras identificables (Imagen 6). En 4 casos no se identificó morfológicamente la afectación por gHCD (9).

Imagen 6. A.- Una biopsia de núcleo de médula ósea muestra un agregado predominantemente de linfocitos pequeños (H&E). B.- Una inmunotinción de IgG resalta las células positivas dentro de los agregados que parecían carecer de cadenas ligeras.



DIAGNÓSTICO 

El diagnóstico se establece por inmunoelectroforesis del suero y de un espécimen de orina concentrada, usando antisueros específicos, combinados con inmunofijación o inmunoselección. 

En, aproximadamente, el 40% de pacientes la proteína anómala no es detectable en la electroforesis sérica. Si aparece, lo más frecuente es que lo haga como una banda en la región ß1-ß2. La subclase más común hallada es la IgG 1. Generalmente la γ-HCD no presenta cadenas ligeras monoclonales detectables. Debido a su bajo peso molecular, es posible que la proteína anómala esté presente en la orina (6).


Imagen 7. Inmunofijación electroforética de suero de paciente con HCD γ. 
La flecha indica la restricción de cadenas pesadas γ
sin la restricción correspondiente de cadenas ligeras (9).


TRATAMIENTO 

Dada la heterogeneidad de esta condición, la elección de la terapia adecuada debería depender únicamente del proceso subyacente y de los hallazgos patológicos. 

Los agentes alquilantes, la vincristina o los corticoides y la radioterapia pueden proporcionar remisiones transitorias. Así, en un paciente con gammapatía monoclonal de significado incierto el tratamiento no estaría indicado. Si hay enfermedad autoinmune asociada, ésta se debe tratar de manera estándar sin considerar la proteína monoclonal. 

El curso clínico varía desde la presencia asintomática de una cadena pesada monoclonal en suero u orina, a un curso rápidamente progresivo. La presencia de la proteína anómala por sí misma no influye en el pronóstico, y la evolución puede ir desde la desaparición de la proteína anómala de la γ-HCD hasta el desarrollo o aparición de un linfoma maligno. 

La mediana de supervivencia en 49 pacientes fue de 12 meses, con un rango entre 1 y 264 meses (6).


HCD μ O ENFERMEDAD DE FORTE

La HCD μ es extremadamente rara, con solo 33 casos descritos en la bibliografía con una media de edad al diagnóstico de 58 años. La mayoría de los pacientes poseen desordenes linfoproliferativos asociados, incluyendo leucemia linfocítica crónica. En algunos casos se ha descrito la presencia de lesiones osteoscleróticas, fracturas, lupus eritematoso, cirrosis hepática, ascitis, infección pulmonar y esplenomegalia. 

El peso molecular de la proteína anómala en la μ-HCD oscila entre 26.000 y 158.000. 

Estos pesos tan elevados orientan a que se trate de la polimerización de los fragmentos de cadenas μ.


CLÍNICA 

Los síntomas de presentación de μ-HCD son secundarios al trastorno linfoproliferativo asociado: la mayoría de los pacientes tienen esplenomegalia, el 75% de los pacientes presentan hepatomegalia; y el 40% de los pacientes tienen linfadenopatía superficial. Tanto en los primeros informes de casos de μ-HCD como en el 20% de los casos en general, los pacientes presentaban lesiones óseas líticas asociadas con la infiltración linfocítica del espacio de la médula ósea. La anemia hipoproliferativa es el hallazgo de laboratorio más común, seguida de la trombocitopenia. Puede haber linfocitosis (6). 


DIAGNÓSTICO 

En menos del 50% de los casos se halla un pico monoclonal en la electroforesis rutinaria. Pero, a diferencia de α-HCD y γ-HCD, en las que las cadenas ligeras monoclonales generalmente no son detectables en suero y en orina, la aparición de BJP la encontramos en más del 50% de los casos con μ-HCD. 

El examen citológico de aspirado de médula ósea generalmente muestra células plasmáticas con vacuolas citoplasmáticas prominentes y linfocitos pequeños y redondos. Tras el análisis inmunofenotípico, las células patológicas suelen ser positivas para CD19, CD20, CD38 e IgM citoplasmática, pero carecen de expresión de cadena ligera. 

Las células vacuoladas han sido informadas en aproximadamente 2/3 de los pacientes con plasmocitosis medular, y autorizan a la búsqueda de μ-HCD, principalmente si también detectamos proteinuria de Bence-Jones (BJP) (11).


Imagen 8. Tinción H&E de un frotis de médula ósea que destaca una célula plasmática con vacuolas citoplasmáticas prominentes mezcladas con linfocitos pequeños maduros (11).


TRATAMIENTO 

No existe tratamiento específico para esta enfermedad. El hallazgo de esta proteína en el suero de un paciente aparentemente normal debe considerarse, en principio, como una gammapatía monoclonal de significado incierto, por lo tanto, es preciso un seguimiento por el posible desarrollo de una proliferación linfoplasmocítica. Una vez que esto ocurre, es necesario la instauración de quimioterapia adecuada para el proceso linfoide subyacente; los tratamientos informados incluyen CHOP (ciclofosfamida, doxorrubicina, vincristina y prednisona), CVP (ciclofosfamida, vincristina y prednisona), así como ciclofosfamida o fludarabina como agente único. 

La supervivencia media en la μ-HCD desde el diagnóstico es de 24 meses, con un rango entre 1 mes y 11 años, y puede aparecer como una gammapatía monoclonal benigna durante años antes del desarrollo de un síndrome linfoproliferativo (11).


HCD δ O ENFERMEDAD DE VILPO

Se ha descrito un caso de δ-HCD. Este paciente debutó con un cuadro de insuficiencia renal y características de mieloma múltiple. La electroforesis de suero reveló una pequeña banda que migraba entre la región ß2 y γ, y fue identificada como un tetrámero de cadenas pesadas δ. No se encontraron cadenas ligeras monoclonales. 

Por el peso molecular, las cadenas δ parecían completas, pero no se pudo excluir la posibilidad de una deleción parcial, así como tampoco la posibilidad de que esta proteína represente un producto de degradación de una IgD monoclonal intacta (6).



Tabla resumen diagnóstico diferencial de las enfermedades de las cadenas pesadas (6)
CLICK para aumentar el tamaño.


BIBLIOGRAFÍA

1.- Inmunoglobulina [Internet]. [cited 2022 Mar 21]. Available from: https://www.quimica.es/enciclopedia/Inmunoglobulina.html

2.- CURSO DE INMUNOLOGÍA GENERAL: 5. Las inmunoglobulinas y sus receptores [Internet]. [cited 2022 Mar 21]. Available from: http://www.ugr.es/~eianez/inmuno/cap_05.htm#_Toc440207110

3.- Enfermedades de las cadenas pesadas - Hematología y oncología - Manual MSD versión para profesionales [Internet]. [cited 2022 Mar 20]. Available from: https://www.msdmanuals.com/es-es/professional/hematología-y- oncología/trastornos-de-las-células-plasmáticas/enfermedades-de-las-cadenas- pesadas

4.- Seligmann M, Danon F, Hurez D, Mihaesco E, Preud’homme JL. Alpha-chain disease: a new immunoglobulin abnormality. Science [Internet]. 1968 [cited 2022 Mar 21];162(3860):1396–7. Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/4177362/

5.- Professor Emeritus Maxime Seligmann (1927–2010). Eur J Immunol [Internet]. 2010 Dec 1 [cited 2022 Mar 21];40(12):3301–3301. Available from: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/eji.201090066

6.- Enfermedad de las cadenas pesadas: Enfermedad de Seligmann [Internet]. [cited 2022 Mar 20]. Available from: https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034- 79732001000400002

7.- Linfoma del Mediterráneo; una rara causa de malabsorción | Endoscopia [Internet]. [cited 2022 Mar 21]. Available from: https://www.elsevier.es/es- revista-endoscopia-335-articulo-linfoma-del-mediterraneo-una-rara- X0188989311408807

8.- Biographical Memoirs. Biogr Mem. 2000 Nov 13.

9.- Bieliauskas S, Tubbs RR, Bacon CM, Eshoa C, Foucar K, Gibson SE, et al. Gamma Heavy-chain Disease: Defining the Spectrum of Associated Lymphoproliferative Disorders Through Analysis of 13 Cases. Am J Surg Pathol [Internet]. 2012 Apr [cited 2022 Mar 21];36(4):534. Available from: /pmc/articles/PMC3715127/

10.- Del Componente En La DM. HEVYLITE ® : UNA HERRAMIENTA EN LA ENFERMEDAD DE CADENAS PESADAS GAMMA. Clin Chem Lab Med. 2017;52(5):665–9.

11.- Enfermedad de la cadena pesada mu [Internet]. [cited 2022 Mar 21]. Available from: https://atlasgeneticsoncology.org/haematological/1740/mu-heavy-chain- disease

viernes, 8 de abril de 2022

Hemoglobinuria Paroxística Nocturna


AUTORA: Elena Yáñez Encinas

4ºCurso Medicina grupo C (Curso 2021/2022)

Código de trabajo : 2112-EYE



INTRODUCCIÓN


La hemoglobinuria paroxística nocturna (HPN) es una enfermedad ultra rara y muy poco frecuente (1-1,5 casos/millón de habitantes) (1). Afecta por igual a hombres y mujeres en edades medias, y más raramente a niños y adolescentes. Se trata de un proceso crónico, con oscilaciones en su expresión clínica a lo largo de la vida del paciente.

Está provocada por una alteración somática adquirida clonal hematopoyética, debido a la ausencia de glicosilfosfatidil-inositol (GPI) sobre la membrana de las células sanguíneas. Esto desemboca en una anemia hemolítica crónica con exacerbaciones caracterizada por hemoglobinuria, dolor abdominal, distonías de músculo liso, fatiga y trombosis.

En la clasificación internacional de la OMS (ICD-10) se designa como D59.5. Aunque conocida desde hace más de dos siglos, ha permanecido como una enfermedad básicamente incurable y de causas oscuras hasta los últimos 20 años, en que sus orígenes moleculares y fisiopatología han sido dilucidados y se han sentado las bases de su tratamiento y potencial curación mediante el trasplante hematopoyético y la aparición de eficaces tratamientos paliativos.


HISTORIA EN LA INVESTIGACIÓN DE LA HPN


A finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX, la Hemoglobinuria Paroxística Nocturna fue descrita por varios médicos, aunque no fue hasta el año 1882 cuando el alemán Paul Strübing estableció la HPN como una entidad clínica bien definida. (2)

A lo largo del siglo XX las características de dicha enfermedad fueron cada vez mejor explicadas, hasta que en el año 1930, Jordon de Holanda; Thomas Ham en América y Dacie en Inglaterra, confirmaron la teoría previa de otro médico de que en la HPN los hematíes eran defectuosos, el plasma normal y la hemólisis se veía potenciada por la acidificación del medio.

Además, en el año 1937, Ham estableció el Test de la Hemólisis ácida como el “GOLD STANDARD” del diagnóstico, la cual ha sido empleada hasta los últimos años, en los que ha sido sustituida por la citometría de flujo.

Más adelante, en el año 1990, Wendell F. Rosse descubre el déficit de GPI como base fisiopatológica de la HPN y en el 1993, Taron Kinoshita identifica que la mutación en el gen PIGA (en el brazo corto del cromosoma X) es la que origina dicho déficit.


EPIDEMIOLOGÍA


En España, la incidencia de casos de HPN es de 2,5/millón de habitantes al año. Se trata de una enfermedad que puede diagnosticarse a cualquier edad, siendo predominante en la 3ª década. No hay diferencia de sexos (3).

La trombosis es la principal causa de muerte, habiendo un 20-35% de pacientes que fallecen de HPN a los 5 o 10 años después del diagnóstico, a pesar del tratamiento de soporte.


FISIOPATOLOGÍA


Tal y como se ha mencionado antes, la base fisiopatológica de la HPN fue descrita en la década de los 90, siendo esta el déficit de proteína GPI.

El GPI es una proteína transmembrana útil para el anclaje de numerosas proteínas de la superficie celular. Dicha proteína se puede encontrar en todo tipo de organismos, no solo seres humanos.

El factor común de todas las células sanguíneas en la HPN es el déficit sobre su superficie de todas las proteínas fijas a la membrana mediante el GPI. Por ello, y al no tener este anclaje, las proteínas son degradadas en el interior de la célula. Este déficit puede ser bien parcial o total.

El gen involucrado mayormente en la elaboración del GPI es el gen PIG-A (fosfatidil- inositol-glicano de clase A). Dicho gen se encuentra en el brazo corto del cromosoma X (Xp22). En general, las mutaciones de este gen son pequeñas inserciones o deleciones, generalmente en el exón 2 (el de mayor tamaño), dando lugar a un acortamiento del producto final.



Fig 1. La mutación en el gen PIG-A impide la expresión 
en superficie de la proteína anclada por GPI (3).


La HPN afecta por igual a ambos sexos, pero ¿por qué ocurre esto, si está ligado al cromosoma X? Esto se debe a la teoría del silenciamiento de uno de los cromosomas X producida en las mujeres.

Se han descrito unas 20 proteínas ancladas a la membrana celular mediante el GPI, siendo la proteína inhibidora del complejo de ataque del complemento o CD59 la que juega un papel fundamental en la ausencia de inhibición del complemento sobre los hematíes. También parece implicada la CD55 o DAF.

  • CD55: Decay accelerating factor, cuya función es inactivar al complemento en estadios tempranos de la cascada, controlando la actividad del complejo convertasa de C3bBb y C4b2a (4).
  • CD59: actúa inhibiendo la formación del complejo de ataque a la membrana C5b- 9, en la etapa final de la cascada del complemento, evitando así la hemólisis. Se cree que esta molécula es la causante de la manifestación trombótica (4).

En los pacientes con HPN, la vida media de los hematíes está mucho más acortada que en condiciones normales, siendo de 20 días en muchos casos (no se afecta la vida media del resto de series hematopoyéticas, aunque estas sí se ven afectadas por el déficit de GPI).

En la HPN ocurre el fenómeno de hemólisis intravascular en los hematíes deficitarios de GPI, haciéndolos especialmente sensible a la acción del complemento. Esto provoca por tanto la liberación de Hb libre en el torrente sanguíneo, lo que desemboca en que el O2 unido al Fe2+ de la hemoglobina libre entra en el plasma, convirtiendo el NO a nitrito y oxidando la Hb a metahemoglobina. La depleción de NO a nivel tisular conlleva a la aparición de varios de los síntomas característicos de la HPN.

Además de todo lo ya mencionado, se piensa que deben existir otros mecanismos que expliquen el por qué los clones hematopoyéticos anómalos de la HPN predominan sobre las células normales. Esto puede ser debido a una aplasia medular, a que los clones PIG-A mutados pudieron escapar a la destrucción inmune o a mutaciones en una segunda etapa donde se les confiera a estos clones una ventaja en la proliferación con respecto a las células normales.


CLÍNICA


La HPN es una situación hemolítica crónica con exacerbaciones agudas.

Las crisis suelen producirse debido a un elemento “desencadenante”: infecciones, transfusiones, vacunas, etc.

Aunque no se sabe el por qué exacto, se piensa que el predominio nocturno se debe a que, cuando aparece la hemoglobinuria (solo en un 30% de los pacientes), esta adopta la clásica cronología, siendo más evidente a últimas horas de la tarde y durante la noche, y aclarándose a lo largo el día (5).

El color oscuro de la orina es signo de la descomposición de los glóbulos rojos, que liberan hemoglobina en el torrente sanguíneo y finalmente en la orina (4).


Fig 2. Coloración de la orina en paciente con HPN a lo largo del día (5).


Las principales manifestaciones clínicas de la hemoglobinuria paroxística nocturna son (3):
  • Fatiga (80%)
  • Hemoglobinuria (62%)
  • Disnea (64%)
  • Dolor abdominal, torácico o lumbar (44%)
  • Disfunción eréctil en varones. (38%)
  • Disfagia (24%)
  • Anemia (88-94%)
  • Formación de coágulos en la sangre. La HPN es un estado PROTROMBÓTICO, con trombosis recurrentes venosas (en el 85% de los casos. Suelen ser en territorios inusuales) y arteriales. La trombosis es la principal causa de muerte en estos pacientes (40-67% de las muertes). El riesgo relativo de TEV en los pacientes con HPN es aproximadamente 62 veces mayor que en la población general.


Fig. 3- Tríada clásica de la HPN (5).

La LDH es un marcador muy importante en el pronóstico de desarrollar un episodio trombótico, siendo 7 veces más probable en aquellos pacientes con LDH > 1,5 sobre el valor normal (3).


DIAGNÓSTICO


El diagnóstico de la HPN es clínico (síntomas típicos de anemia como palidez, fatiga; leucopenia, trombopenia o eventos trombóticos, etc.) y de laboratorio.

Actualmente, la prueba de elección es la citometría de flujo. Con ella se determina la ausencia de proteínas específicas de la superficie de los hematíes, las ya mencionadas previamente CD59 y CD55. Se trata de una prueba de alta sensibilidad y alta especificidad (6).

En la citometría de flujo se valora la ausencia de expresión de FLAER y CD157 en neutrófilos y monocitos (1).


Fig. 4- Ausencia de expresión de FLAER y CD157 en 
neutrófilos y monocitos de pacientes con HPN (1).


Antiguamente, la prueba de Ham (hemólisis ácida) o de la sacarosa eran el “gold standard”. Estas se basaban en la activación del complemento a través de la acidificación del suero o de soluciones de sacarosa de alta concentración. 

El diagnóstico suele retrasarse entre 1 año y 10 años, tiempo en el que los pacientes presentan daños persistentes en los tejidos que provocan una insuficiencia orgánica sostenida(3) 


Fig.5 – Gráfica del tiempo transcurrido hasta el diagnóstico en los pacientes con HPN.


PRUEBAS COMPLEMENTARIAS Y CRIBADO


El cribado de HPN debe reservarse para aquellos pacientes que presentan trombosis con características atípicas. Las exploraciones complementarias deberían incluir una evaluación de la hemólisis, trombosis asintomática y daño orgánico específico (3).

Las principales pruebas complementarias incluyen análisis con hemograma, bioquímica y coagulación; ecografía (abdominal y ecocardiograma); TAC y RMN.



Fig.6 – Tabla de pruebas complementarias basales 
en los pacientes con HPN hemolítica y trombótica.


TRATAMIENTO


No existe un tratamiento específico para la HPN.

El tratamiento de la anemia se basa en soporte hemoterápico, con transfusiones de componentes sanguíneos sin plasma, y por tanto, sin C3 (las cuales se reservan para las crisis); corticoides (evitarlos en tratamientos crónicos) y anticoagulantes como la heparina (en trombosis aguda, no a largo plazo). Las medidas de soporte también incluyen suplementos orales de hierro y ácido fólico (7).

Los pacientes con clones pequeños (<10% en la citometría), que generalmente son asintomáticos, no suelen necesitar tratamiento. Las indicaciones para el tratamiento son (7) :

  • Hemólisis sintomática que requiere transfusiones (Hemólisis con LDH>1,5 veces el límite superior)
  • Trombosis
  • Otras citopenias
  • Algunos de los síntomas mencionados anteriormente.

>>> Inhibidor del complemento: ECULIZUMAB. Se trata de un anticuerpo monoclonal que se une a C5, actuando como inhibidor terminal del complemento. Es administrado a TODOS los pacientes que requieren tratamiento. Este reduce los requerimientos de transfusiones, así como el riesgo de tromboembolia y los síntomas, además de mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Dicho anticuerpo, sin embargo, aumenta el riesgo de infección por N.meningitidis, por lo que todos deben recibir la vacuna contra el meningococo al menos 14 días antes de comenzar el tratamiento (1)(7).


BIBLIOGRAFÍA


1. PRESENTACIÓN DRA. Ana Serrano Martínez F.E.A Hematología y Hemoterapia.

2. https://hematologiamadrid.org/images/stories/recursos/investigacion/AMHH_2009.pdf#page=53.


4. https://www.elsevier.es/es-revista-cirugia-espanola-36-articulo-experiencia-inicial-el-tratamiento-del-S0009739X17301719.

5. Hemoglobinuria Paroxistica Nocturna [Internet]. [citado 18 de diciembre de 2021]. Disponible en: https://es.slideshare.net/Pupu/hemoglobinuria-paroxistica- nocturna

6. Díaz Domínguez G, Marsán Suárez V, Sánchez Ballester A, Díaz Domínguez G, Marsán Suárez V, Sánchez Ballester A. Diagnóstico por citometría de flujo de la hemoglobinuria paroxística nocturna. Rev Cuba Hematol Inmunol Hemoter [Internet]. marzo de 2019 [citado 18 de diciembre de 2021];35(1). Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S0864- 02892019000100006&lng=es&nrm=iso&tlng=es

7. Hemoglobinuria paroxística nocturna - Hematología y oncología [Internet]. Manual MSD versión para profesionales. [citado 18 de diciembre de 2021]. Disponible en: https://www.msdmanuals.com/es-es/professional/hematolog%C3%ADa-y-oncolog%C3%ADa/anemias-causadas-por-hem%C3%B3lisis/hemoglobinuria- parox%C3%ADstica-nocturna-hpn

viernes, 1 de abril de 2022

Leucemia mielomonocítica crónica

Autora : Ainoa Carnicero Ruiz
4º Curso de Medicina Grupo C (Curso 2021-2022)
Código de trabajo : 2111-ACR


INTRODUCCIÓN 


La leucemia mielomonocítica crónica (LMMC) es un trastorno clonal de células hematopoyéticas con expresión morfológica y clínica heterogénea que comparte características de los síndromes mielodisplásicos (SMD) y de las neoplasias mieloproliferativas (NMP). Parece predominar en los varones y se diagnostica entre los 65 y 75 años (1). Aunque se desconoce la incidencia exacta, se estima que es de aproximadamente 1 caso por cada 100.000 habitantes/año (2). 

El diagnóstico se basa en criterios citomorfológicos, el estudio de los monocitos en sangre periférica por citometría de flujo y el hallazgo de clonalidad por presencia de alteraciones citogenéticas y/o moleculares. La mayoría de los pacientes tienen un cariotipo normal, pero se detectan alteraciones moleculares que van a influir en el pronóstico (1). 

Sin embargo, la LMMC no tiene un hallazgo patognomónico que sea crucial para el diagnóstico; se diagnostica excluyendo otras enfermedades acompañadas de monocitosis y otros tipos de enfermedades SMD/NMP. La LMMC se compone de varios subgrupos heterogéneos, representados por los tipos displásico y proliferativo, y estos diversos fenotipos van a influir en el tratamiento y el pronóstico de la enfermedad (2). 

Las opciones terapéuticas en la LMMC son escasas y, frecuentemente, ésta queda excluida de los ensayos clínicos desarrollados para los SMD, especialmente el subtipo mieloproliferativo (LMMC-MP). El trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH) alogénico es la única opción curativa, difícilmente aplicable debido a que la mayoría de los pacientes tienen una edad avanzada; por tanto, o no reciben tratamiento, o reciben tratamiento de soporte, hidroxiurea o agentes hipometilantes. La supervivencia es variable: algunos pacientes tienen un curso indolente, y hasta un 20%-40% de los casos pueden progresar a leucemia mieloide aguda (LMA) a los 5 años (1).  


CLÍNICA 


La LMMC puede presentarse como una enfermedad asintomática o como una enfermedad con clínica florida que necesita tratamiento. La clínica suele ser consecuencia de las citopenias en la variante mielodisplásica, y de la leucocitosis y afectación extramedular (adenopatías, lesiones cutáneas, esplenomegalia…) en la variante mieloproliferativa, si bien ésta también puede presentar anemia y/o trombocitopenia (1). 

Se ha asociado con neoplasias linfoides diferenciadas y con una gran variedad de enfermedades autoinmunes como vasculitis, artritis reumatoide y psoriasis entre otras (1).

 

DIAGNÓSTICO 


La evaluación morfológica de la sangre periférica y la médula ósea es la base del diagnóstico de LMMC. En la LMMC se producen cambios displásicos en las células de linaje mieloide en la médula ósea, acompañados de un aumento de monocitos en SP (2). 

En un principio fue considerada por la clasificación French-American-British (FAB) como un síndrome mielodisplásico. En 1994, el grupo FAB distinguió dos subtipos de LMMC en función del número de leucocitos en SP: mielodisplásico (LMMC-MD) y mieloproliferativo (LMMC-MP). 

Los criterios diagnósticos para la LMMC según la clasificación de la OMS de 2016 se muestran en la tabla 1. La LMMC se clasifica además en 3 subtipos según el porcentaje de blastos en sangre periférica y médula ósea. 

Además, como acabamos de indicar, también distingue entre LMMC-MD y LMMC-MP de acuerdo con el número de leucocitos en SP. La clasificación de la OMS de 2016 sigue considerando justificado distinguir estos dos tipos de LMMC, como se muestra en la tabla 2 (1). Estos 2 subtipos difieren en manifestaciones clínicas y patrones de complicaciones (2) : 

  • El LMMC-MP se asocia con síntomas constitucionales y más a menudo se presenta con organomegalia. Además, se caracteriza por la presencia de alteraciones de las vías de señalización RAS/MAPK, especialmente NRAS.(1) 
  • El LMMC-MD tiene síntomas más graves debido a las citopenias, incluyendo anemia y trombocitopenia. 




ESTUDIO CITOMORFOLÓGICO 


No existe un único hallazgo patognomónico del diagnóstico de la LMMC. Las biopsias de médula ósea a menudo son hipercelulares con displasia leve-moderada, como se muestra en las ilustraciones siguientes (3) :  



Ilustración 1. Biopsia de médula ósea que demuestra una médula hipercelular con megacariocitos displásicos (flecha negra) (3). 


Ilustración 2. Aspirado de médula ósea que muestra displasia granulocítica mínima (3). 


Los promonocitos se describen como precursores monocíticos que tienen un núcleo de gran tamaño, cromatina fina, un pequeño núcleo indistinto o ausente y citoplasma finamente granulado, como se muestra en las imágenes siguientes (3). 



Ilustración 3. Frotis de SP de un paciente con LMMC que demuestra promonocitos (flecha negra) junto con granulocitos displásicos (flecha gris) (3). 



Ilustración 4. A) Frotis de SP de un paciente con LMMC que muestra monocitos maduros con segmentación nuclear, cromatina condensada y citoplasma pálido. B) Frotis de SP de un paciente con LMMC que muestra promonocitos con segmentación nuclear, pliegues nucleares y cromatina laxa. C) AMO con blastos sin segmentación nuclear y cromatina muy laxa con nucleolos ocasionales (3). 



Ilustración 5. Frotis de SP de un paciente con LMMC con transformación blástica (LMA secundaria), con promonocitos (flecha negra) y mieloblastos (flecha roja) (3). 

Algunos de los rasgos displásicos que pueden observarse son: 



Ilustración 6. F) y G) Frotis de SP de un paciente con LMMC con neutrófilos hiposegmentados displásicos (flecha negra) con cuerpos de Döhle (inclusión citoplasmática periférica de color azul claro). H) Frotis de SP de un paciente con LMMC con neutrófilos displásicos con citoplasma marcadamente hipogranular (flecha negra) con cuerpos de Döhle (3). 



CITOMETRÍA DE FLUJO 


Con el aumento de monocitos en sangre periférica debe hacerse un diagnóstico diferencial con la monocitosis reactiva, los procesos inflamatorios o las NMP. Los monocitos se clasifican en tres subtipos según los patrones de expresión de los marcadores de superficie CD16 y CD14 (2). 

  • Los monocitos clásicos son fuertemente positivos para CD14 y negativos para CD16 (CD14+/CD16-) y representan la mayoría de los monocitos en la sangre de humanos sanos. 
  • Los monocitos intermedios son positivos tanto para CD14 como para CD16 (CD14+/CD16+). 
  • Los monocitos no clásicos son débilmente positivos para CD14 y positivos para CD16 (CD14low/CD16+). 

Se sabe que la proporción de monocitos clásicos aumenta en pacientes con LMMC (2), y la normalización de la distribución de los monocitos durante el tratamiento puede indicar la eficacia del tratamiento (1). 

Sin embargo, existen algunas limitaciones para la aplicación práctica de este enfoque en la práctica clínica: los falsos negativos pueden aparecer en presencia de procesos inflamatorios acompañantes, incluidas las enfermedades autoinmunes, y los resultados falsos positivos pueden surgir de otras neoplasias mieloides como la LMC atípica (2). 


CITOGENÉTICA 


Se observan anomalías cromosómicas en aproximadamente el 25-40% de los pacientes con LMMC. Las más comunes son la trisomía 8 (+8), la pérdida del cromosoma Y (-Y) y la monosomía 7 (2). 

Investigadores españoles presentaron una clasificación de riesgo citogenético específica de LMMC. En ésta, los pacientes con un cariotipo normal y pérdida del cromosoma Y comprenden el grupo de bajo riesgo, mientras que aquellos con anomalías cromosómicas en el cromosoma 7 y 8 y cariotipos complejos se consideran el grupo de alto riesgo, siendo de riesgo intermedio el resto de anomalías (2). El 20-30% de los pacientes con LMMC adquieren anomalías citogenéticas durante la evolución y ello se asocia a transformación hacia LMA (1). 


MUTACIONES GENÉTICAS


Los subgrupos de genes mutantes que están estrechamente relacionados con LMMC codifican reguladores epigenéticos, incluidos los involucrados en la metilación del ADN (TET2, DNMT3A), el empalme de ARN (SRSF2, SF3B1, U2AF1, ZRSR2) y la modificación de histonas (ASXL1, EZH2); genes relacionados con la vía de señalización celular (NRAS, FLT3, CBL, JAK2); y un regulador transcripcional (RUNX1). Algunas de estas mutaciones genéticas también se observan comúnmente en la hematopoyesis clonal relacionada con la edad, lo que sugiere que el proceso de envejecimiento del sistema hematopoyético contribuye parcialmente a la fisiopatología de la LMMC (2). 

La frecuencia de estas mutaciones se muestra en la ilustración 7. Varios estudios han informado que SRSF2, TET2 y ASXL1 se encuentran con mayor frecuencia.(2–4) La suma de la aparición de la monocitosis y estas características moleculares son importantes para distinguir la monocitosis reactiva de las enfermedades clonales como la LMMC (2). 


Ilustración 7. Frecuencia de mutaciones genéticas en LMMC.(2) 


DIAGNOSTICO DIFERENCIAL 


Para el diagnóstico de la LMMC se deben descartar infecciones crónicas (tuberculosis, brucelosis, endocarditis) y enfermedades autoinmunes (artritis reumatoide, lupus eritematosos sistémico). La asplenia o una extirpación previa del bazo puede originar monocitosis persistente. También puede aparecer monocitosis en parasitosis con abundantes fenómenos de macrofagia, como el paludismo o la leishmaniasis (1). 

No es infrecuente su presencia en otras neoplasias hematológicas como el linfoma de Hodgkin, gammapatías monoclonales y leucemias agudas y crónicas con componente monocítico (1).

 

ESTADIFICACIÓN DEL RIESGO 


La estadificación del riesgo en la LMMC ha adquirido interés en los últimos años, lo que ha llevado a la proposición y validación de múltiples modelos pronósticos, como se muestra en la ilustración 8 (5). 

El modelo pronóstico específico de la LMMC (CPSS) se basó en los subtipos de LMMC definidos por la OMS y la FAB, la clasificación del riesgo citogenético específico de la LMMC y la dependencia de transfusión de glóbulos rojos (RBC). Para refinar todavía más la estratificación pronóstica, en 2016 también se incorporó el estudio de mutaciones: ASXL1, RUNX1, NRAS, SETBP1, formando así el CPSS-Mol (5). 

El modelo de Mayo Clinic tiene en cuenta la presencia de células mieloides inmaduras circulantes, el aumento del recuento absoluto de monocitos (AMC), la hemoglobina y las plaquetas. Más tarde se añadió la mutación en ASXL1 para formar el Modelo Molecular de Mayo (MMM) (5). 

El Groupe Français des Myélodysplasies (GFM) tiene en cuenta la edad, la hemoglobina (diferentes niveles en función del sexo), las plaquetas, los leucocitos y la mutación de ASXL1 (5). 



Ilustración 8. Comparación del sistema de puntuación de estratificación pronóstica de la LMMC. Se comparan cinco sistemas de estratificación pronóstica a través de factores de riesgo individuales reconocidos por cada uno (5). 



TRATAMIENTO 


El tratamiento de la LMMC debe ser individualizado, ya que la mayoría de los pacientes no son candidatos a TPH alogénico y las terapias actualmente disponibles deben estar orientadas principalmente a abordar los síntomas y mejorar la calidad de vida. No obstante, se están desarrollando nuevas terapias que también pueden dirigirse al clon de la LMMC para producir una mejora significativa en la progresión de la enfermedad y la supervivencia (5). 

Los pacientes asintomáticos pueden requerir seguimiento hasta que se encuentre evidencia de progresión de la enfermedad o hasta que se desarrollen síntomas clínicamente significativos. Sin embargo, en los pacientes de alto riesgo, el curso de la enfermedad debe modificarse para prevenir la evolución de la enfermedad o la muerte. Se recomienda un tratamiento definitivo dirigido a la curación, con TPH alogénico para pacientes jóvenes y sanos con un alto riesgo o síntomas clínicos graves. Independientemente de si se programa un trasplante, los agentes hipometilantes suelen ser el tratamiento de elección (2). 


Agentes hipometilantes 

Los agentes hipometilantes (HMA) como la azacitidina y la decitabina inducen la hipometilación mediante la inhibición de la ADN metiltransferasa. En la actualidad, la aplicación del tratamiento con agentes hipometilantes a los pacientes con LMMC debe individualizarse teniendo en cuenta varios factores: gravedad de los síntomas clínicos, el riesgo de acuerdo con el sistema de puntuación y la aptitud médica del paciente (2). 

TPH alogénico 

Es la única opción curativa para los pacientes con LMMC, aunque todavía existen problemas como la alta mortalidad relacionada con el tratamiento (enfermedad injerto contra receptor, recidiva de la enfermedad…) (3) y la dificultad de la identificación de donantes adecuados. Aunque no se ha establecido un tratamiento estándar previo al trasplante, se debe seleccionar un tratamiento diseñado para maximizar la respuesta y minimizar la toxicidad. En este proceso, es necesario considerar las características de la enfermedad, así como los factores relacionados con el estado general de salud y la comorbilidad del paciente (por ejemplo, la edad y el estado funcional). Estas consideraciones contribuyen a la individualización del tratamiento (2). 

Terapia citorreductora 

La terapia citorreductora para el tratamiento de la leucocitosis y la organomegalia asociada con la LMMC, así como varios síntomas constitucionales se ha considerado un componente importante del tratamiento. Para la terapia citorreductora, se seleccionan principalmente agentes citotóxicos a dosis bajas, incluyendo citarabina, etopósido e hidroxiurea. Entre ellos, la hidroxiurea es el fármaco más utilizado, ya que además del beneficio clínico, es un fármaco oral que garantiza la facilidad de uso. Por lo tanto, se recomienda preferentemente como tratamiento sintomático para pacientes que no están recibiendo tratamiento intensivo y como terapia puente antes de los hipometilantes (2). 

Para mejorar la anemia, evitar transfusiones y con ello la sobrecarga de hierro, puede utilizarse un agente estimulante de la eritropoyetina (AEE). Por tanto, se recomienda su uso para la anemia sintomática entre los pacientes que no están recibiendo un tratamiento definitivo (hipometilantes, TPH). La transfusión de glóbulos rojos es la única opción para la anemia que es refractaria al agente estimulante de la eritropoyetina u otros tratamientos (2). 

Nuevos agentes terapéuticos 

Actualmente, los nuevos fármacos son los inhibidores de JAK2 (ruxolitinib y pacritinib), los inhibidores de la vía de señalización de la proteína quinasa activada por RAS/mitógenos (tipifarnib y trametinib), la proteína de fusión recombinante de IL-3 y la toxina (tagraxofusp), anticuerpo monoclonal del factor estimulante de colonias antigranulocitos-macrófagos (lenzilumab) y un inhibidor del espliceosoma (H3B-8800). 

Dado que estos nuevos agentes todavía están limitados por su baja eficacia y toxicidad, su utilidad debe demostrarse a través de numerosos estudios antes de que puedan introducirse en la práctica clínica (2). 


Ilustración 9. Algoritmo de tratamiento propuesto para pacientes con LMMC. Abreviaturas: AlloSCT, trasplante alogénico de células madre; ESA, agente estimulante eritropoyético; HMA: agentes hipometilantes; WBC, glóbulo blanco (5). 



BIBLIOGRAFÍA 


1.- Fernando Ramos C, Guillermo Sanz C, Dra Beatriz Arrizabalaga C. Guías Españolas de SMD y LMMC. Edición 2020. [cited 2022 Mar 9]; Available from: https://www.gesmd.es/wp-content/uploads/2021/10/GuiaSMDLMMC2020.pdf 

2.- Kwon J. Diagnosis and treatment of chronic myelomonocytic leukemia. Blood research [Internet]. 2021 [cited 2022 Mar 9];56(Suppl 1):5. Available from: /pmc/articles/PMC8094002/ 

3.- Patnaik MM, Tefferi A. Chronic Myelomonocytic leukemia: 2020 update on diagnosis, risk stratification and management. American Journal of Hematology [Internet]. 2020 Jan 1 [cited 2022 Mar 9];95(1):97–115. 
Available from: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/ajh.25684 

4.- Geissler K. Molecular Pathogenesis of Chronic Myelomonocytic Leukemia and Potential Molecular Targets for Treatment Approaches. Frontiers in Oncology [Internet]. 2021 Sep 30 [cited 2022 Mar 11];11. Available from: /pmc/articles/PMC8514979/ 

5.- Tremblay D, Rippel N, Feld J, el Jamal SM, Mascarenhas J. Contemporary Risk Stratification and Treatment of Chronic Myelomonocytic Leukemia. The Oncologist [Internet]. 2021 May 1 [cited 2022 Mar 9];26(5):406. Available from: /pmc/articles/PMC8100553/