viernes, 28 de agosto de 2020

Síndrome POEMS

Autor : Raúl Rodriguez García
4º Curso Medicina grupo "A" (curso 2019-2020)
Código de trabajo : 1908-RRG

INTRODUCCIÓN

El Síndrome POEMS es un trastorno multisistémico poco frecuente, de origen Paraneoplásico, que representa un verdadero reto clínico. Su origen radica en una enfermedad clonal de células plasmáticas y se caracteriza porque sus manifestaciones son múltiples y variadas.

POEMS es una sigla en inglés que se refiere a los siguientes signos y síntomas:

Polineuropatía: entumecimiento, hormigueo y debilidad de las piernas (progresivamente también de las manos) y dificultad para respirar.
Organomegalia: agrandamiento del bazo, del hígado o de los ganglios linfáticos.
Endocrinopatía: niveles hormonales anormales que pueden provocar baja actividad de la tiroides (hipotiroidismo), diabetes, problemas sexuales, fatiga, inflamación de las extremidades y problemas con el metabolismo y otras funciones esenciales.
Trastorno proliferativo de las células plasmáticas Monoclonales: células anormales de la médula ósea (células plasmáticas) que producen una proteína (proteína monoclonal o Proteína M) que puede encontrarse en el torrente sanguíneo.
Cambios en la piel (Skin): tener más color en la piel que lo normal, piel posiblemente más gruesa y un aumento del vello en el rostro o en las piernas

EPIDEMIOLOGÍA

Las tasas exactas de prevalencia e incidencia son desconocidas (1). Las únicas estimaciones disponibles son las de Japón, con una prevalencia aproximada de 1/330.000. Se ha descrito una mayor predilección por el sexo masculino (2,5:1).

PATOGENIA

La patogenia no se comprende bien, pero es probable que la sobreproducción del factor de crecimiento endotelial vascular (FCEV), secretado por plasmocitomas, sea la causa de la mayoría de los síntomas característicos. De igual forma, el desequilibrio entre las citocinas proinflamatorias (IL-6, IL-1β, y factor de necrosis tumoral alfa [TNF-α]) y las citocinas antiinflamatorias (factor del crecimiento intraepidérmico beta [TGF-β1]) podría explicar las características clínicas del síndrome (2).

Es una enfermedad potencialmente mortal y la calidad de vida de los pacientes se deteriora debido a la progresión del neuropatía, el derrame pleural masivo o ascitis, o eventos tromboembólicos. Existe una necesidad de tratamientos eficaces que mejoren el pronóstico.

CUADRO CLÍNICO

Los primeros síntomas suelen ser por afectación nerviosa sensitiva periférica: parestesias u hormigueos en la punta de los dedos, falta de sensibilidad. La enfermedad va avanzando lentamente, pudiendo llegar a producir afectación motora de los músculos de las extremidades, manifestándose como una falta de fuerza, simétrica, que dificulta levantarse de una silla o subir escaleras. Más tarde la falta de fuerza puede afectar a las manos y extremidades superiores.(3)

Es la afectación neurológica más frecuente, también puede afectar al sistema nervioso central produciendo hipertensión endocraneal y papiledema.

Las frecuencias estimadas de los distingos hallazgos clínicos vienen recogidas en la Tabla 1.



Tabla 1. Resumen de frecuencias de los hallazgos clínicos del Síndrome POEMS

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico está basado en una composición de características clínicas y de laboratorio (Tabla 2). En particular, un hallazgo neuropático y cualquiera de los siguientes deberían provocar una búsqueda profunda del síndrome POEMS: proteína monoclonal (especialmente cadena ligera lambda); trombocitosis; anasarca o papiledema. Cualquiera paciente con un diagnóstico de Polineuropatía Desmielinizante Inflamatoria Crónica (CIDP) que no responde a la terapia estándar de CIDP debe considerarse como un posible paciente con síndrome POEMS, y se deben realizar pruebas adicionales para descartar o no el diagnóstico acertado (3).


Tabla 2. Criterios para el diagnóstico de un Síndrome POEMS

(a) Existe una variante de la enfermedad de Castleman del Síndrome de POEMS que ocurre sin evidencia de un trastorno clonal de células plasmáticas que no se tiene en cuenta en esta tabla. Esta entidad debe considerarse por separado 
(b) Los puntos de corte útiles para los niveles de VEGF en plasma y suero para el diagnóstico del síndrome POEMS son 200 pg/ml (especificidad 95%; sensibilidad 68%) y 1920 pg/ml (especificidad 98%; sensibilidad 73%) (3).

Los requerimientos de la Tabla 2 están diseñados para obtener una mayor sensibilidad y especificidad. Hacer el diagnóstico puede ser un desafío, pero una buena historia y una exploración física con unos buenas pruebas diagnósticas pueden diferenciar este síndrome de otras condiciones como CIDP.

Si el paciente es diagnosticado erróneamente con MM o Plasmocitoma, y se administran terapias estándar para estos trastornos, existe una lata probabilidad de que aumente la morbilidad relacionada con el tratamiento y una atención de apoyo inadecuada. Por lo tanto, un paciente con síndrome POEMS debe ser evaluado a fondo para definir una línea de base que pueda usarse para evaluaciones futuras (Tabla 3).


Tabla 3. Pruebas mínimas recomendadas en pacientes con síndrome POEMS.

ESTRATIFICACIÓN DEL RIESGO

Hasta la fecha, no se conocen factores de riesgo que predigan la supervivencia general. El curso del síndrome POEMS suele ser crónico siempre que se trate a los pacientes. Antes del uso común de la quimioterapia de dosis altas con soporte de células madre autólogas y el renacimiento de las terapias contra el mieloma, la supervivencia media era de casi 14 años. La supervivencia general ha mejorado con el tiempo (Figura 1); los pacientes diagnosticados antes y después de 2003 tuvieron tasas de supervivencia a 10 años de un 55% y 79%, respectivamente.


Figura 1. Supervivencia a largo plazo de los pacientes con síndrome POEMS

TRATAMIENTO

Distinguir el síndrome POEMS de una Gammapatía monoclonal de Significado Incierto (MGUS), Mieloma Múltiple (MM) o un Plasmocitoma Solitario es importante ya que el tratamiento, la atención de apoyo y las toxicidades esperadas relacionadas con el tratamiento son bastante diferentes. Si se considera incorrectamente que un paciente con síndrome POEMS tiene un MGUS o MM, no se recomendará ningún tratamiento dirigido al clon, los síntomas existentes empeorarán y el paciente acumulará elementos adicionales del síndrome Paraneoplásico (3).

A pesar de la relación entre la respuesta a la enfermedad y la caída de los niveles de VEGF, la mayor experiencia con resultados exitosos se ha asociado con dirigir la terapia en la PCD clonal (discrasia de células plasmáticas) subyacente en lugar de enfocarse únicamente en VEGF con anticuerpos anti-VEGF. El algoritmo de tratamiento se basa en la extensión de la infiltración de células plasmáticas (Figura 2). Hay pacientes que no tienen compromiso de la médula ósea según lo determinado por el muestreo de la cresta ilíaca y otros que tienen enfermedad diseminada, es decir, compromiso de la médula ósea difusa y/o más de tres lesiones esqueléticas, y el enfoque terapéutico en estos dos grupos de pacientes difiere.


Figura 2. Algoritmo de tratamiento del síndrome POEMS

En general, los pacientes tienen una buena Supervivencia libre de progresión (SLP) con las terapias modernas, con una SLP general de 6 años de más del 50% (Figura 3, gráfica A). La SLP más larga se observa en aquellos pacientes que logran una respuesta hematológica completa (SLP a 5 años 88%), pero incluso aquellos pacientes que no la tienen, la SLP a 5 años es del 50% (Figura 3, gráfica B). Entre aquellos pacientes que recaen, su SLP posterior es de 39 meses (Figura 3, gráfica C).



Figura 3. Gráficas de supervivencia libre de progresión en pacientes con síndrome POEMS. 
(A) - Gráfica global de 262 pacientes
(B) - Gráficas según respuesta hematológica obtenida
(C) - Gráfica tras la primera recidiva


MANEJO DEL SÍNDROME POEMS SIN DISEMINACIÓN A LA MÉDULA ÓSEA

En el caso de pacientes con una lesión ósea aislada sin células plasmáticas clonales encontradas en la biopsia de cresta ilíaca, la radioterapia es la terapia recomendada. La radiación a una lesión aislada (o incluso a dos o tres aisladas) no solo mejora los síntomas del síndrome POEMS en el transcurso de 3 a 36 meses, sino que puede ser curativa. En una serie de 35 pacientes con síndrome POEMS tratados en la clínica Mayo, se usó radiación como terapia primaria. Esto resultó en una supervivencia general a 4 años del 97% una SLP a los 4 años del 52%.

MANEJO DEL SÍNDROME POEMS CON DISEMINACIÓN A LA MÉDULA ÓSEA

Una vez que hay una afectación diseminada de la médula ósea, aunque con un bajo porcentaje de células plasmáticas, no se espera que la radiación sea curativa. Si la lesión ósea es razonablemente grande, la radiación puede considerarse como terapia primaria a pesar de una biopsia positiva de la cresta ilíaca. Un enfoque en este tipo de casos es el seguimiento de los síntomas, los niveles de proteína M sérica y los niveles de VEGF en sangre en el transcurso de 6 a 12 meses después de completar la radiación, y luego decidir si se debe agregar una terapia sistémica. Más comúnmente, una vez que identifica una enfermedad diseminada, se recomienda la terapia sistémica con la advertencia de que las lesiones óseas grandes con un componentes lítico significativo puede requerir radioterapia adyuvante.

Las distintas opciones terapéuticas de índole sistémica vienen recogidas en la Tabla 4.


Tabla 4. Actividad de la terapia para el tratamiento del síndrome POEMS


BIBLIOGRAFÍA

1. Orphanet: POEMS syndrome [Internet]. [citado 28 de abril de 2020].
Disponible en:  
https://www.orpha.net/consor/cgi-bin/Disease_Search.php?lng=ES&data_id=2627&Disease_Disease_Search _diseaseGroup=Polyneuropathy-endocrinopathy-plasma-cell-dyscrasiasyndrome&Disease_Disease_Search_diseaseType=Pat&Disease(s)/group
%20of%20diseases=POEMS-syndrome&title=POEMSsyndrome&search=Disease_Search_Simple

2. Plaza C, Arquero T, García-Raso A, Llamas P. Diagnóstico de síndrome de POEMS tras neuropatía de larga evolución. Neurología. 1 de mayo de 2019;34(4):272-4.

3. Dispenzieri A. POEMS Syndrome: 2019 Update on diagnosis, riskstratification, and management. Am J Hematol. 2019;94(7):812-27.


jueves, 20 de agosto de 2020

Linfomas T cutáneos

Autor : Javier Moreno-Manzanaro García-Calvillo
4º Curso de Medicina grupo B (curso 2019/2020)
Código de trabajo : 1907-JMG



Introducción

El término linfoma T cutáneo engloba una serie de enfermedades cuya característica común es la presencia de un clon maligno de células T en la piel. Las dos más comunes son la micosis fungoide y el síndrome de Sézary (1) que son consideradas entidades independientes a pesar de que existe la teoría que agrupa ambas como expresión de la misma enfermedad en diferentes estadios, siendo la micosis fungoide la etapa más precoz y el Síndrome de Sézary la forma leucémica, y por tanto más avanzada.  
La importancia de estas patologías radica en su clínica puesto que al afectar principalmente a la piel originan lesiones que son fácilmente confundibles con otras dermatosis inflamatorias benignas como el vitíligo (1,2).  La micosis fungoide y el síndrome de Sézary tienen además distinta forma de presentación (1). Tomando como base la clínica de la micosis fungoide, encontramos distintos estadios: 
      Estadio inicial: una o varias zonas de eczema y descamación fina, localizadas en áreas no expuestas a la luz, que pueden ser recurrentes y desaparecer espontáneamente sin dejar cicatriz.
      Estadio de placas: tras varios meses o años aparecen placas bien definidas, induradas, de color violáceo e intensamente pruriginosas. Para la mayoría de los pacientes, la enfermedad no progresa más allá de esta fase, pero para alrededor de un tercio, finalmente evoluciona dando lugar a tumores y eritrodermia (3).
      Estadio tumoral: aparecen en la superficie corporal nódulos rojos y violáceos, de superficie lisa, con mayor frecuencia en la cara y los pliegues inguinal, antecubital, axilar e inframamario. 
      Estadio de eritrodermia: las células pierden el tropismo por la epidermis e infiltran la dermis. 
Este último estadio es el considerado síndrome de Sézary. Sin embargo, padecer de micosis fungoide no parece ser una condición necesaria para que se presente el síndrome puesto que también aparece de novo (3). Clínicamente se caracteriza además de por la eritrodermia, por linfadenopatías e infiltración en sangre periférica (3).   

En este grupo de patologías es característico, por tanto, la presencia de linfocitos malignos en la piel. Para que este tropismo tenga lugar, es necesario una transformación maligna las células. Aunque se ha intentado buscar factores etiológicos tanto ambientales como infecciosos que permitan explicar esta malignización, el desencadenante de estos procesos continúa siendo un misterio(3), a pesar haber encontrado ciertos factores que podrían estar relacionados como son las sociedades industriales y la exposición a químicos (4). 
Por otro lado, no parece que únicamente los factores ambientales sean los desencadenantes del proceso de malignización de los linfocitos. Así bien, es necesaria una base genética alterada que permita a las células escapar de los mecanismos de control celular. En esta línea existen numerosos estudios que han puesto de manifiesto la presencia de mutaciones en distintos genes que parecen tener un papel relevante en la patogenia de estas enfermedades así como en su pronóstico (5,6). 
Además de adquirir esa serie de cambios necesarios para poder sobrevivir y reproducirse, es muy importante la respuesta inmune del individuo ante estas células anómalas. Como ocurre en tantos otros tumores, se precisa de la evasión del sistema inmune para que la colonia de células hijas, que finalmente constituirá la población tumoral, llegue a término. Enlazando con esta idea, y dada la cantidad de dianas terapéuticas que pueden derivar del conocimiento de estos mecanismos, el objetivo de este trabajo es realizar un análisis a nivel inmunológico y molecular de los procesos que permiten que los linfomas T cutáneos se acaben desarrollando.  

Inflamación en los linfomas cutáneos

Desde la interacción entre una base genética anómala y el ambiente hasta la manifestación clínica de los linfomas cutáneos, existen etapas intermedias donde la inflamación adquiere un papel crucial. Teóricamente, esta ayudaría a la eliminación de las células malignas a fin de evitar que se acabe desarrollando un tumor. Sin embargo, esta no parece ser del todo efectiva, al contrario, facilita el desarrollo del linfoma (3). Para empezar a desgranar esta idea, es necesario analizar las lesiones cutáneas donde encontramos que la población de células residentes va cambiando a medida que va progresando la enfermedad. Así bien, en fases iniciales la pequeña cantidad de linfocitos malignos contrasta con un denso infiltrado inflamatorio reactivo a estas células (3). En este infiltrado destaca una gran cantidad de células TCD4+, TCD8+ y T Natural Killer. De hecho se ha demostrado la asociación entre un aumento de la actividad TCD8+ y unos niveles mayores de citotoxicidad mediada por linfocitos T Natural Killer en estas primeras fases (7). 
Esta respuesta antitumoral parece no ser suficiente para controlar la enfermedad, a pesar de que la mayoría de los pacientes con micosis fungoide no progresan más allá de los estadios iniciales (4). De hecho, a medida que van avanzando las lesiones se pone de manifiesto que la inflamación permite que el linfoma se desarrolle. Para ello, parece ser que el predominio de linfocitos con fenotipo Th2, cuyos niveles van aumentando en fases más avanzadas, desempeña un papel crucial.  (3,4).

Fenotipo Th2 y su importancia en la enfermedad

Como se ha apuntado en el apartado anterior, las células malignas en estadios avanzados tienden a expresar un fenotipo Th2 que es clave para la evasión del sistema inmune por parte de las células tumorales, cumpliendo así un importante papel en la patogenia de la enfermedad. Para comprender cómo se inclina la balanza hacia este tipo de células es necesario apuntar que las células TCD4+ se diferencian hacia un fenotipo u otro en función de distintas señales y vías de transcripción entre las que destaca la vía Jak/Stat (8).




Específicamente en la progresión hacia Th2 tiene una gran importancia JAK1/JAK3 y STAT6 cuya activación acaba sobreexpresando el gen GATA-3 (8). Este proceso en condiciones normales se activa a partir de distintas señales que se autolimitan. En los linfomas cutáneos, por el contrario, se produce de forma descontrolada permitiendo que las células Th2 adquieran un fenotipo maligno facilitando su proliferación y resistencia a la apoptosis a través de la sobreexpresión de Stat 3, Stat 5 y Stat 6 (3). Asimismo, la escasa diferenciación hacia el subtipo Th1, y en consecuencia los bajos niveles de IFN-γ que se detectan, se corrobora al comprobar que los niveles de Stat 4 (molécula clave en la diferenciación hacia este fenotipo) parecen disminuir a medida que avanzan las lesiones (3).
La relación entre las células Th2 y la evasión del sistema inmune por parte de las células malignas tiene sentido teniendo en cuenta que las citocinas producidas por cada subtipo tienden a perpetuar su linaje e inhibir el contrario (3). Así, a medida que empiezan a aparecer citocinas como IL-4, IL-5 e IL-10 comienzan a disminuir las células Th1 (más proinflamatorias) y con ello la respuesta de las células TCD8+, claves en la respuesta antiinflamatoria tumoral que tiene lugar en las lesiones cutáneas (7).

Reclutamiento de células Th2

En el apartado anterior se ha tratado el cambio fenotipo que se produce en los linfomas cutáneos hacia Th2. Sin embargo, a nivel molecular y más allá de los mecanismos que permiten la diferenciación específica hacia este subtipo,  es importante señalar el papel de las quimiocinas y sus receptores en el patrón de reclutamiento celular hacia la piel, pues permiten que lleguen una mayor cantidad de linfocitos Th2 que Th1  (3). Antes de comentar los cambios que se producen en la expresión de estas moléculas y sus consecuencias, es necesario señalar las principales implicadas (3)
      Receptores específicos de la piel: antígeno linfocitario cutáneo (CLA), receptor de quimiocinas 4 (CCR4) y CCR10. 
      Receptor de quimiocinas 3 (CXCR3): lo expresan en menor medida y permiten a los linfocitos dirigirse a la piel mediante la unión a distintos ligandos que se producen en este tejido (CXCL9, CXCL10, CXCL11).
      CCL17, CCL18, CCL22: están relacionadas con el reclutamiento de los linfocitos Th2.
En etapas iniciales de los linfomas cutáneos se produce un reclutamiento de células hacia las lesiones de la piel. En este punto, juega un papel muy importante el receptor de quimiocinas 3 (CCR3) y los ligandos CXCL9, CXCL10 y CXCL11, cuya función es básica para permitir este tropismo. Sin embargo, a medida que avanza la enfermedad se ha podido observar una disminución en los niveles de este receptor y sus ligandos dando lugar a una pérdida tropismo por la epidermis, lo que podría explicar la tendencia a la diseminación que tiene lugar en el síndrome de Sézary (3). 
Centrándonos específicamente en las células Th2, los niveles de quimiocinas específicas que permiten su atracción hacia la piel (CCL17, CCL18, CCL22) y su receptor (CCR4) se mantienen elevadas a lo largo de toda la evolución de la enfermedad (3). Este hecho, además de corroborar que efectivamente hay una tendencia hacia el predominio de células Th2 en las lesiones, permite afirmar la importancia de la piel en cuanto a la creación de un ambiente propicio para que se produzca un flujo continuo de estas células (4). 

Otros mecanismos de evasión tumoral

Las células tumorales son capaces de evadir el sistema inmune de forma indirecta y directa. La vía indirecta es aquella que se ha presentado anteriormente mediante la cual se manipula la inflamación a través de las células Th2. Sin embargo, en los linfomas cutáneos se han descrito distintas vías que permiten a los linfocitos malignos eliminar de forma directa las células proinflamatorias (3,7). Antes de abordar las distintas moléculas implicadas es necesario resaltar la importancia de la vía Jak/Stat, no solo en cuanto a diferenciación de las TCD4+, sino también como vía que permite la transcripción y la expresión de las mismas (3).
      CD80 (B7-1): Es una molécula inmunomoduladora que mediante su unión a CD152 (CTLA-4) produce señales que inhiben la proliferación celular (3,7).
      PD-L1 (B7-H1): su unión a PD-1 contrarresta el efecto de las células T e inhibe su proliferación (9).
      FasL: favorece la apoptosis de las células T mediante la unión a su receptor Fas.(3,7)
Estas moléculas y sus mecanismos moduladores son solo algunos mecanismos de evasión del sistema inmune. Además, los linfocitos malignos pueden regular la inflamación que tiene lugar en las lesiones cutáneas mediante la producción de factores solubles (3). Los más importantes son:
      IL-10: impide la maduración de las células dendríticas y la activación de los linfocitos T benignos.
      TGF-β1: inhibe la activación normal de las células T.
En el trabajo realizado por Tzu-Pei Chang y colaboradores (10) se propone la activación de NF-κβ como vía principal para producir ambas moléculas así como su importancia en la patogenia de los linfomas cutáneos, llevando su inhibición mediante Bortezomib a un incremento de los procesos inflamatorios y una disminución de la viabilidad celular tumoral. Estos hechos se reflejan en la figura 2.  

Inflamación tumoral 

En los apartados anteriores se ha puesto de manifiesto la capacidad que tienen las células malignas para manejar la inflamación a su antojo. No obstante, y a pesar de la cantidad de mecanismos para evadir el sistema inmune que tiene lugar, parece ser que en las lesiones hay un ambiente inflamatorio “pro-tumoral”. Este hecho se pone de manifiesto con la cantidad de mastocitos, eosinófilos y macrófagos con fenotipo M2 (más antiinflamatorio) que se detectan en la lesiones (3). 
Los macrófagos son células del sistema inmune innato que intervienen en una gran cantidad de procesos inflamatorios. Existen principalmente dos fenotipos de macrófagos: M1 con un papel más proinflamatorio y M2 con una función predominantemente antiinflamatoria (11,12). Específicamente en las lesiones de los linfomas cutáneos el número de macrófagos se encuentra elevado. Estas células, denominadas macrófagos asociados a tumores, tienen un fenotipo M2. La importancia de este hecho radica en la relación existente entre este subtipo y procesos como la vascularización , quimiotaxis, remodelado tisular y crecimiento tumoral que tienen lugar en los linfomas cutáneos (3,11). De hecho se ha podido comprobar que un tratamiento efectivo conlleva una disminución de los macrófagos en las lesiones (3). Por otro lado, se está trabajando con macrófagos como posible diana terapéutica en estos linfomas (11).
Los eosinófilos son también células del sistema inmune innato que están implicados en procesos alérgicos y parasitarios. Su desgranulación es responsable de algunos de los síntomas típicos de los procesos alérgicos como es el prurito. En relación con los linfomas cutáneos existe evidencia de que la presencia de un mayor número de eosinófilos está relacionada con un prurito más acusado en las lesiones (13). Por otra parte, mediante su desgranulación no solamente aumentan los niveles de IL-5, sino también de IL-4 e IL-13 y factores angiogénicos. Estas citocinas favorecen la diferenciación de los subtipos TCD4+ a Th2 con las consecuencias que ello conlleva planteando un posible mecanismo de evasión del sistema inmune por parte de los linfocitos malignos a partir del reclutamiento de eosinófilos (3).
Otro tipo de célula del sistema inmune innato a destacar son los mastocitos. Su desgranulación está implicada en distintos procesos inmunitarios y se ha comprobado un aumento de estos en las lesiones de los linfomas cutáneos (14,15). De hecho, existe evidencia que muestra que la depleción del número de mastocitos en estas lesiones conlleva una inhibición del crecimiento tumoral (15).

Vía de señalización PI3K/Akt/mTOR y su papel en linfomas cutáneos

Más allá de los mecanismos inmunitarios que tienen lugar en la patogenia de los linfomas cutáneos, a nivel molecular existen distintas vías que están activadas de forma patológica. Entre estas destaca PI3K/Akt/mTOR,  vía de señalización importante implicada en el crecimiento y la supervivencia celular tanto en condiciones fisiológicas como en condiciones patológicas y cuya regulación depende de distintas señales (16). En efecto en respuesta a factores de crecimiento y nutrientes se produce la activación de una serie de intermediarios que en última instancia permiten que las moléculas efectoras 4EBP1 y P70S6 kinasa (S6K) inicien la transcripción en los ribosomas de proteínas implicadas en el control del ciclo celular (16).
La desregulación de esta vía de señalización puede llevar a un aumento de la actividad proliferativa de la célula y de la resistencia a la apoptosis. Su papel se ha puesto de manifiesto en una gran cantidad de tumores y entre ellos destacan los tumores hematológicos. En el trabajo realizado por Cristina Cristofoletti y colaboradores se analiza el estudio de esta vía en pacientes con Síndrome de Sézary (17), las conclusiones a las que se llegaron fueron las siguientes: 
      Los linfocitos implicados en el Síndrome de Sézary presentan niveles más altos de mTORC1 y mTORC 2 cuya implicación en la progresión del ciclo celular y la actividad proliferativa se ha puesto de manifiesto con la inhibición de TORC1 a partir de rapamicina (16).
      Las células malignas presentan niveles elevados de receptores de quimiocinas (CCR4 y CCR7). Estas se unen a distintos ligandos entre los que se encuentran SDF-1 y CCL21 capaces activar también a mTORC1. Estas moléculas además de su importancia en procesos de migración celular parecen inducir la proliferación mediante la activación de esta vía.
A pesar de que hay algunas lagunas en la comprensión completa de la vía, su investigación abre la vía a una mejor comprensión de la fisiopatología de estos tumores, así como la posibilidad crear fármacos o estrategias dirigidas a nuevas dianas terapéuticas. 

Nuevas estrategias terapéuticas 

El tratamiento actual de los linfomas cutáneos consiste en una combinación de corticoterapia, quimioterapia, fototerapia y radioterapia. Sin embargo, cada vez son más los estudios que trabajan con fármacos capaces de apuntar a distintas moléculas dianas con resultados más o menos esperanzadores. Algunas de ellas tratan de bloquear algunos de los mecanismos de evasión del sistema inmune que se han tratado previamente.

Bloqueo de CTLA-4.

En apartados anteriores se ha señalado el papel de CTLA-4 a la hora de controlar la proliferación linfocitaria mediante la unión a CD28. Al estar aumentado este mecanismo, una posible estrategia terapéutica podría ser su bloqueo con un anticuerpo humanizado (ipilimumab) de forma similar a como se utiliza en el tratamiento del melanoma (7). A pesar de los estudios que se han realizado, todavía se tiene que demostrar su eficacia en el tratamiento de los linfomas cutáneos.

IL-12.

La interleucina 12 es una citocina capaz de alterar el equilibrio entre los subtipos Th1 y Th2. Como se ha comentado anteriormente el papel del fenotipo Th2 es clave en el desarrollo tumoral en los linfomas cutáneos. De esta manera, la administración de IL-12 podría favorecer la diferenciación hacia Th1 con el consecuente aumento de IFN-γ y el incremento de la actividad de los linfocitos NK y los linfocitos TCD8. Al igual que ocurre con el ipilimumab, el uso de esta citocina todavía no ha sido aprobado para el uso en los linfomas cutáneos (7).

Inhibidores de la vía PI3K/Akt/mTORC.

En el estudio realizado por Antonella Bresin y colaboradores (18) se expone la posibilidad de utilizar inhibidores de la vía de señalización PI3K/Akt/mTORC y tratar de paliar los efectos que derivan de su sobreactivación en los linfomas cutáneos. Los resultados de sus experimentos son favorables para el uso de un inhibidor dual de PI3K y mTORC llamado PF-502. Sin embargo, más investigación es necesaria al respecto. 

Conclusiones

      La inflamación es un proceso clave en el desarrollo de los linfomas cutáneos. 
      Los linfocitos malignos son capaces de manipular la inflamación a su antojo.
      Las células Th2 juegan un papel crucial en el desarrollo y la progresión de los linfomas cutáneos. 
      Existen mecanismos de evasión tumoral directos e indirectos.  Los linfocitos malignos son capaces de producir una inflamación “pro-tumoral” donde intervienen distintas células del sistema inmune innato. 
      La vía de señalización PI3K/Akt/mTOR tiene una gran importancia en la supervivencia y proliferación de los linfocitos malignos.
      Existen cada vez más dianas terapéuticas que ofrecen nuevas posibilidades en el tratamiento de los linfomas cutáneos, aunque se necesita más investigación al respecto. 


Bibliografía

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15.   Rabenhorst A, Schlaak M, Heukamp LC, Förster A, Theurich S, von BergweltBaildon M, et al. Mast cells play a protumorigenic role in primary cutaneous lymphoma. Blood. 6 de septiembre de 2012;120(10):2042-54. 
16.   Porta C, Paglino C, Mosca A. Targeting PI3K/Akt/mTOR Signaling in Cancer. Front Oncol [Internet]. 2014 [citado 25 de abril de 2020];4. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3995050/
17.   Cristofoletti C, Bresin A, Picozza M, Picchio MC, Monzo F, Helmer Citterich M, et al. Blood and skin-derived Sezary cells: differences in proliferation-index, activation of PI3K/AKT/mTORC1 pathway and its prognostic relevance. Leukemia. 2019;33(5):1231-42. 
18.   Bresin A, Cristofoletti C, Caprini E, Cantonetti M, Monopoli A, Russo G, et al. Preclinical Evidence for Targeting PI3K/mTOR Signaling with Dual-Inhibitors as a Therapeutic Strategy against Cutaneous T-Cell Lymphoma. J Invest Dermatol. 1 de noviembre de 2019; 
      

lunes, 3 de agosto de 2020

Síndrome de Shwachman-Diamond-Oski

Autora : María López-Picazo García
4º Curso Medicina grupo A (curso 2019/2020)
Código de trabajo : 1906-MLG

 

Introducción

En 1964 se describió por primera vez el síndrome de Shwachman-Diamond-Oski (SSDO) que se caracteriza por tres pilares básicos que son: la insuficiencia pancreática exocrina, disfunción de la médula ósea que se manifiesta como neutropenia y alteraciones en el crecimiento y esqueléticas que llevan a que los pacientes afectados presenten una baja talla. También se ha asociado a una mayor predisposición para el desarrollo de ciertos tipos de leucemia. Se trata de una enfermedad rara, ya que afecta únicamente a 1 de cada 100.000 nacimientos (1), de herencia autosómica recesiva; la afectación masculina es más habitual que la femenina con una relación de 1,7:1. Esta entidad constituye la segunda causa más frecuente de insuficiencia pancreática exocrina congénita en la infancia, siendo la primera causa la fibrosis quística.


Etiopatogenia

Se trata de una enfermedad congénita de herencia autosómica recesiva, en 2003 se describió la asociación de esta enfermedad con mutaciones en el gen SBDS (nombrado a expensas de esta enfermedad) que se localiza en el cromosoma 7 en hasta un 75% de los casos estudiados en el momento de su descubrimiento, en la actualidad hasta un 90% de los casos de SSDO muestran mutaciones bialélicas en este gen (2). Se sabe que el gen SBDS da la información para la síntesis de una proteína necesaria para la formación de los ribosomas, también se ha relacionado con la división celular, movimiento y protección celular, así como en la síntesis del ARN; no obstante esto último aún necesita de investigación para aclarar su papel concreto.

En el caso que nos ocupa, en los pacientes con SSDO se han detectado más de 80 mutaciones distintas del gen, la mayoría de ellas fruto de la conversión genética que se produce entre el gen SBDS y un pseudogen que se encuentra cerca de él en el cromosoma y el cual es muy similar. Hay una gran variedad de mutaciones, pero hay dos que son las más comunes. Ambas impiden la formación de la proteína SBDS funcionante, ya sea impidiendo su formación o provocando la producción de una proteína defectuosa: la primera mediante el cambio de un nucleótido en la cadena y la segunda introduciendo una señal de stop prematura. No obstante los investigadores aún no tienen claro el mecanismo que hace que la falta de esta proteína provoque la sintomatología y los hallazgos del síndrome de Shwachman-Diamond-Oski. (3).


Clínica

El Síndrome de Shwachman-Diamond-Oski, como ya adelantábamos antes, se caracteriza por una disfunción a nivel pancreático, medular y del crecimiento, que se puede acompañar de otra sintomatología menos específica que veremos a continuación. Aunque se ha descrito gran variabilidad en cuanto a la sintomatología del síndrome, en la mayoría de casos las primeras manifestaciones clínicas aparecen en el primer año de vida.

La disfunción pancreática se debe a una malformación de los acinos pancreáticos que se sustituyen por grasa, de esta manera hay una deficiencia de excreción. En ciertos casos y con variabilidad en cuanto a su gravedad aparecen malabsorción de nutrientes y esteatorrea. En ciertos casos se han demostrado ciertos cambios histológicos en la mucosa intestinal, identificando inflamación duodenal en más del 50% de los casos (4), por esto también se considera que podría haber un componente enteropático en la enfermedad que afectaría a la absorción de las vitaminas a nivel intestinal, contribuyendo así a un cuadro de malnutrición que no mejora con la terapia sustitutiva con encimas pancreáticas. Muchas veces esto se presenta clínicamente como deposiciones líquidas y fétidas. La clínica pancreática se resuelve con la edad hasta en un 40-60% de los casos por el aumento de la liberación de lipasa con la edad (5).

La disfunción a nivel hematológico es la principal causa de muerte en este síndrome. En la médula ósea se han observado anormalidades tanto en las células progenitoras como en el microambiente estromal, en comparación con muestras de pacientes sanos, así como stop madurativo en la estirpe mieloide (6), hipoplasia con fibrosis y grasa aumentada; el mecanismo por el que esta diferencia pueda provocar las deficiencias que se describen a continuación continúan siendo investigadas.

Alrededor del 100% de los casos cursan con una neutropenia intermitente y afectación de la quimiotáxis de los neutrófilos, es por ello que tanto si hay escaso número como si el número de los mismos es normal, los pacientes tienen una grave predisposición a sufrir infecciones que se pueden localizar a cualquier nivel desde infecciones de las vías aéreas y gastrointestinales hasta infecciones tisulares. Por ello debemos tener esta entidad en mente en el caso de encontrarnos con un paciente pediátrico con infecciones de repetición aún con un número normal de neutrófilos. A pesar de la afectación de la quimiotáxis neutrofílica los pacientes pueden desarrollar empiemas y abscesos, lo que la distingue de afectaciones de diferente etiología. Más del 50% de los pacientes presentan anemia y hasta un 20% trombocitopenia que  suelen ser asintomáticas, en un pequeño grupo de pacientes se describió pancitopenia que se asociaba con aplasia medular. También se observa un incremento de la hemoglobina fetal de hasta un 80%. Algunos pacientes con SSDO pueden desarrollar síndrome mielodisplásico que puede precipitar el desarrollo de una leucemia mieloide aguda, aunque el riesgo de ello es muy bajo.

            La baja talla se ha relacionado con un fallo en el propio proceso de crecimiento que no se explica con la malnutrición provocada por la afectación pancreática exocrina, aunque si puede actuar sinérgicamente, pudiendo mejorar con terapia sustitutiva de enzimas pancreáticas. Alrededor del 60% de los pacientes con SSDO presentan retraso en el crecimiento, y la mayoría de ellos se encuentra por debajo del percentil 3 de peso y talla.

            La afectación ósea está presente en prácticamente el 100% de los casos. En ellos se objetiva  un retraso en la osicificación secundaria, osteopenia generalizada, tubulación anormal de los huesos largos… Pero principalmente aparece condrodisplasia metafisaria de huesos largos y costillas cortas con engrosamiento costocondral, que produce un estrechamiento de la caja torácica.


            En la tabla I se recoge otra clínica descrita, que aparece acompañando a la previamente descrita que formaría los pilares básicos de esta entidad y la que nos permitirá hacer un diagnóstico. No obstante debemos tener en cuenta la posibilidad de que aparezca esta clínica para poder realizar un correcto despistaje diagnostico.


Tabla I. Otros síntomas asociados al SSDO. Fuente : Macipe Costa R, Javierre Miranda E, Lou Francés M, Heredia González S, Calvo Martín M. Síndrome de Shwachman-Diamond. An Pediatr (Barc). 1 de julio de 2006;65(1):79-82.


Diagnóstico

        Los criterios diagnósticos del Síndrome de Shwachman-Diamond-Oski exigen establecer al menos la afectación a nivel pancreático y hematológico. Para objetivar la pancreática deben presentar al menos uno de los siguientes:  1) balance grasofecal anormal sin afectación de la mucosa intestinal subyacente; 2) valores bajos de enzimas pancreáticas en medición directa (amilasa); 3) baja concentración de tripsinógeno inmunoreactivo. En cuanto a la hematológica se debe demostrar al menos uno de los siguientes: 1) neutropenia con un valor <1.500 μL, persistente, cíclica o intermitente; 2) Anemia con macrocitosis frecuente; 3) trombocitopenia <150.000 μL; 4) pancitopenia; 5) síndrome mielodisplásico (7). También nos servirá de ayudar objetivar el defecto de crecimiento y las malformaciones óseas.

      En la ecografía se puede apreciar cierto aumento de la ecogenicidad pancreática y en la TC y resonancia magnética un páncreas pequeño y graso. Como ya describimos la gran variabilidad clínica permite que la aparición de numerosos y diversos rasgos apoyen el diagnóstico; por ejemplo hematuria microscópica, ictiosis, anormalidades dentarias, fibrosis miocárdica… Debemos resaltar que en la mayoría de estos pacientes también aparece hipertransaminemia prolongada. También se podría realizar un panel genético en busca de mutaciones en el gen SBDS, aunque se trata de una técnica cara y lenta por la que se optaría como parte de una consulta de consejo genético o en el caso de un diagnóstico muy difícil, para confirmarlo. (8)

            En cuanto al diagnóstico diferencial solo remarcaremos la importancia de identificar si se trata de una fibrosis quística, ya que como señalábamos al principio, es la primera causa de disfunción pancreática exocrina congénita que aparece en la infancia, por ello es imperativo descartar esta entidad lo más pronto posible.

Tratamiento

            Cada una de las afectaciones centrales que hemos descrito: afectación pancreática, hematológica, del crecimiento y ósea; son independientes entre si, es decir que por ejemplo la baja talla no es consecuencia de la malnutrición ocasionada por la alteración de la secreción pancreática. Por ello parece lógico que en el momento de establecer un tratamiento debamos hacernos cargo de cada uno de estos pilares que definen el síndrome de Shwachman-Diamon-Oski por separado.

En primer lugar la afectación pancreática se trata con la administración de suplementos de enzimas pancreáticas y de vitaminas liposolubles; medida que puede mejorar la clínica de baja talla, permitiendo un correcto crecimiento, aunque estos pacientes seguirán presentando una altura y peso de percentiles bajos.

Para paliar las afectaciones hematológicas se pueden realizar transfusiones de elementos hematopoyéticos cuando sea necesario, y eritropoyetina en casos de anemia. Cuando aparece la neutrofilia se puede usar factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF). El único tratamiento curativo de la afectación medular es el transplante de médula ósea, recomendado únicamente para pacientes con aplasia medular, síndrome mieloproliferativo y LMA asociadas (9). Algunos estudios demuestran que la tiamina puede tener cierto efecto corrector en el defecto de quimiotaxis de los neutrófilos. (10)

En cuanto a la afectación del crecimiento se han probado terapias con hormona del crecimiento pero los resultados no han mostrado mejorías. En cuanto a las afectaciones óseas, se recomienda el seguimiento por un especialista ortopédico, en los casos en los que esta afectación provoque síntomas.

Es muy importante la profilaxis de infecciones en estos pacientes ya que son especialmente vulnerables a ellas debido a la neutropenia con la que cursa la enfermedad. Por ello en ciertos casos deberemos administrar terapia antibiótica profiláctica y en el caso de desarrollo de la infección una terapia agresiva y precoz que permita eliminar la infección lo antes posible, También se puede administrar G-CSF, para prevenir la aparición de esa neutropenia intermitente y por tanto prevenir la situación de vulnerabilidad.

            En cualquier caso y al tratarse de una enfermedad congénita y crónica, ninguno de estos tratamientos conseguirán una curación completa, sino que lo que se busca es la paliación de los síntomas para mejorar la calidad de vida de los pacientes. También debemos ofrecer el consejo genético tanto a los pacientes como a familiares de primer grado.


Bibliografía

1. Salazar RF, González R de LH, Mondragón FZ, Bustamante RC, Rivera NM, Barrios EM, et al. Síndrome de Shwachman-Diamond Reporte de dos casos. Rev Enfer Infec Pediatr. 2008;21.22(86):60-5.

2. Furutani E, Shah AS, Zhao Y, Andorsky D, Dedeoglu F, Geddis A, et al. Inflammatory manifestations in patients with Shwachman-Diamond syndrome: A novel phenotype. Am J Med Genet A. 15 de abril de 2020.

3. Reference GH. SBDS gene [Internet]. Genetics Home Reference. [citado 30 de abril de 2020]. Disponible en: https://ghr.nlm.nih.gov/gene/SBDS

4. Nelson A, Myers K. Shwachman-Diamond Syndrome. En: Adam MP, Ardinger HH, Pagon RA, Wallace SE, Bean LJ, Stephens K, et al., editores. GeneReviews® [Internet]. Seattle (WA): University of Washington, Seattle; 1993 [citado 30 de abril de 2020]. Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK1756/

5. Macipe Costa R, Javierre Miranda E, Lou Francés M, Heredia González S, Calvo Martín M. Síndrome de Shwachman-Diamond. An Pediatr (Barc). 1 de julio de 2006;65(1):79-82.

6. Higashi O, Hayashi T, Ohara K, Honda Y, Doi S. Pancreatic insufficiency with bone marrow dysfunction (Shwachman-Diamond-Oski-Khaw’s syndrome). Report of a case. Tohoku J Exp Med. mayo de 1967;92(1):1-12.

7. Revert Lázaro F, Pérez Monjardín E, Pereda Pérez A. Hipertransaminasemia como manifestación del síndrome de Shwachman-Diamond. Anales de Pediatría. 1 de mayo de 2006;64(5):481-4.

8. Dra. Lucrecia Yáñez San Segundo. Guía para el diagnóstico y tratamiento de las insuficiencias medulares [Internet]. GETH (SEHH y SEHOP). Madrid; 2019. 66 p. Disponible en: https://www.sehh.es/images/stories/recursos/2019/03/20/Guia_GETH_Diagnostico_Tratamiento_Insuficiencias_Medulares_vFINAL_OK_con_bandera.pdf

9. Núñez Quintana A, Nordet Carrera I, Menéndez Veitía A, González Otero A. Neutropenias congénitas. Revista Cubana de Hematología, Inmunología y Hemoterapia. abril de 2004;20(1):0-0.

10. Szüts P, Katona Z, Ilyés M, Szabó I, Csató M. Correction of defective chemotaxis with thiamine in Shwachman-Diamond syndrome. Lancet. 12 de mayo de 1984;1(8385):1072-3.